Sustento teórico
En los actuales ordenamientos urbanos de occidente, la idea de la democracia se encuentra muy bien posicionada, y el intento de llevarla a cabo ha dado espacio al surgimiento del concepto de sociedad civil como entidad activa y participativa de los sucesos políticos en la sociedad a la que pertenece. La opinión pública se puede decir, es la expresión de la sociedad civil, sin embargo aún en sus orígenes, “nunca ha existido fuera de la representación mediada y ha tenido un componente ficticio o simbólico construido” (Gingold, 2004).
En la complejidad de la participación ciudadana en la vida política, los medios de comunicación juegan un papel fundamental. Rápidamente se comprendió que la información que recibimos condiciona en gran medida nuestra tendencia de pensamiento y por lo tanto nuestra opinión, dando el carácter a los medios masivos de herramienta de persuasión.
En México el 97.8% de las casas particulares habitadas en el Distrito Federal cuentan con al menos una televisión – y el 91% a nivel nacional- (COFETEL, 2005), los individuos dedican un promedio de 4 horas diarias a ver el televisor. Esta contundente realidad ha convertido el control sobre los canales de difusión masiva y de los mensajes que en ellos se transmiten, en un asunto de importancia capital para los poderes fácticos.
Las cifras en las estadísticas sobre consumo televisivo son impresionantes, y atestiguan la presencia del contenido de la programación en nuestra vida cotidiana. Contribuyen los medios masivos a la conformación de las relaciones simbólicas y el imaginario colectivo, a reforzar los ideales y generar los objetos de deseo, establecer los parámetros de conducta y determinar pues en gran medida nuestra visión del mundo y la relación con el entorno; “es donde diariamente se construye o destruye mental y afectivamente al Estado y a la sociedad mexicana (….) las batallas políticas o sociales se ganan o pierden en los medios de comunicación y no en otras áreas de las contiendas sociales (Esteinou, 2001). La información, se encuentra valuada muy por encima de la vivencia sensible del cotidiano.
Los medios de comunicación han logrado sofisticarse en la técnica de modelar la opinión pública hacia conclusiones falsas. Se ha ido perfeccionando notablemente con medias verdades, con eufemismos, con el uso hábil de los adjetivos, de las metáforas apoyándose en la relatividad de la imagen para respaldar y dar veracidad al mensaje. Tamizando lo “inconveniente”, aplicando el silencio que en definitiva no es más que una forma inteligente de mentir; sin embargo si echamos una mirada mínimamente analítica, la estrategia se hace burdamente evidente.
En la construcción de una noticia y su ilustración, la falacia y la ficción del debate abierto pueden resultar sumamente convincentes, una de las formas más inteligentes de ganar credibilidad es establecer los límites del espacio de discusión, “incluso alentar los puntos de vista más críticos y disidentes. Con ello la gente tiene la sensación de que existe libertad de opinión, en tanto se refuerzan las presuposiciones del sistema con los límites impuestos al debate” (Chomsky,2001:51).
Mientras las élites siguen discutiendo sobre el destino de lo común y tomando las desiciones sobre lo que nos incumbe a las mayorías, la opinión pública se ha convertido en una herramienta de la que se hecha mano para apoyar una postura a favor o en contra del asunto en cuestión, siempre por supuesto, al resguardo de la democracia. “No obstante, es un tanto ingenuo culpar a la televisión. No se trata de un fenómeno natural sino de la médula de la cultura de la mercadotecnia” (Chomsky, 2001: 61).
En base a los argumentos anteriores, esta pieza señala como prioridad ante el debate sobre reformas energéticas que atraviesa el país, el cuestionamiento del origen y sobre todo la intención de la información que se nos hace llegar y a partir de la cual fijamos una postura y emitimos una opinión con respecto al tema.
Ante la confirmación de la ficción se disipa la duda..
ivan puig
México, D.F. a 24 de junio del 2008
Chomsky, Noam (2001), El bien común, Entrevistas por David Barsamian, México, Siglo XXI.
Ginglod, Laura (2004), “Opinión pública”, en Baca, Laura, et al. (comp.), Léxico de política, México, FLACSO-CONACYT-Fundación Heinrich Boll-Fondo de Cultura Económica, pp.481-488.
Miralles, Rafael (2000), “Una mirada crítica”, Cuadernos de Pedagogía, 297, 12-14.
Abascal, Rosa Martha (2007), “La televisión, oportunidad o decadencia” Internet-Cátedra de Comunicación Estratégica y Cibercultura, Núm. 176, Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México. Recuperado en http://octavioislas.wordpress.com/2007/11/20/183-mexico-la-television-oportunidad-o-decadencia-rosa-martha-abascal/
COFETEL, con base en información de las cifras definitivas del II Conteo de Población y Vivienda 2005, INEGI. Recuperado en http://www.cft.gob.mx/wb/COFETEL/COFE_Estadisticas_de_
telecomunicaciones_2
Esteinou, Javier (2001), “Hacia la ciudadanización de los medios de comunicación en México”, Razón y Palabra, Núm 23. Recuperado en www.razonypalabra.org.mx